miércoles, 30 de mayo de 2012

Alma Bajo la Lluvia

Bueno, este soy yo, y despues de mi presentacion, decido dejar un leve pantallazo de mi, de mi interior, de lo que soy, y de lo que no seré jamás. Dejo aqui plasmado un texto que viene del corazon de una cancion, directo a mi alma, un Alma Bajo la LLuvia.











La noche se mostraba oscura, fría y lluviosa. Yo caminaba por la ciudad casi sin motivos, sin razones, para que el tiempo se muriera, y todo se terminara. Gastaba el tiempo de mi corta vida.
Las pavimentadas calles de Retiro habían cambiado mucho en estos últimos años, apenas comenzaba la década de los 80, y todo era muy diferente a lo que alguna vez había sido. Todo aquello con lo que me había criado, crecido y conocido, todo había cambiado. La civilización, las maquinarias y la tecnología eran ahora dueñas del mundo y de estas calles, mojadas por el agua de lluvia.
Pero todo eso no me importaba en lo absoluto, no en ese momento. Mi mente sólo se ocupaba de pensar, pensar en el pasado, en todo lo que había sido, en lo maravilloso de nuestro amor, que había muerto dos días atrás, cuando te cansaste de mí y decidiste dejarme solo... En ese momento mi corazón sentía un vacío desesperante. Todo había perdido completo sentido, la vida se había tornado vana, la oficina, los dramas del trabajo, el alquiler. Nada ya valía la pena sin ti.
Observaba la ventana del que solía ser nuestro apartamento desde la calle, y nos veía amándonos en ella, pero no era más que un frágil deseo. 
Mi corazón compartía el sentimiento del cielo, de esas nubes oscuras que lloraban a cantaros y mojaba todo el asfalto gris a mí alrededor.
Crucé la calle apurando el paso, mientras me remordía por las palabras que nunca supe decirte, esas palabras que podrían haber salvado nuestro amor. Mi mente le suplicaba a mis ojos que dejaran de llorar, argumentando que vivir llorando el pasado le robaría todo futuro a mi vida. Pero mi alma ya no comprendía razones ni argumentos, lloraba desconsolado.
Me sentía miserable. Me había convertido en el hombre que nunca había querido ser.
Mi alma agonizaba bajo la lluvia mientras mis pies caminaban sólo por inercia, un paso tras otro sobre el húmedo piso.
Cada zapato me parecía una enorme piedra, mis pies estaban atados a una cadena de preso. Cargaba con ella, preso de mi pasado.
Cuando me atreví a levantar mi cabeza para ver el horizonte me di cuenta de que estaba parado frente al mar, en el puerto.
Observaba los barcos, los guinches, los cargamentos. No había barcos flotando en aquel tétrico puerto, casi como si no hubiera vida en él. Todo estaba desolado. La fuerte lluvia había dejado el lugar entero en soledad. Me detuve a mirar un guinche.
Mis ojos no podían ver una maquina, sino que veían una tristeza profunda en el alma de aquella grúa. Casi como que podía sentir su dolor. Ella lloraba como yo. Lloraba por lo que había perdido, por esos barcos hundidos y abandonados que yacían pudriéndose a un costado del muelle. Podía sentir su agonía, esa de saber que aquellos barcos muertos jamás volverían a zarpar, y compartía su dolor, pues yo también sabía que ella jamás iba a regresar.
Yo era como esos guinches del puerto. Me senté a compartir mi dolor con esas tristes maquinas durante el resto de la noche, charlando con ellas como si lo hiciera con el cantinero de un bar de mala muerte, donde sólo llegan aquellos seres dolidos o sin futuro. Entonces me di cuenta, ya nunca podría dejar el pasado atrás, y moriría sin un futuro, sumergido en un inmenso dolor por lo que había pasado.
Mi vida se había estancado en ese momento. En ese puerto oscuro y desolado. Bajo esa fría lluvia. Al lado de aquellas tristes maquinas. Yo iba a morir en el pasado.

I. M. L. (En algun momento de 2009)

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